sábado, 6 de agosto de 2011

Proceso creador

El DRAE (2001) define creatividad como: La facultad de crear; y, a la palabra “crear” como: Producir algo de la nada. Según Ferrater Mora (1985, citado en Fiorini, 2006) crear, es transformar lo posible en actual, es hacerlo nacer.
Consideramos relevante, a los fines de este trabajo, indagar sobre la etimología de las palabras, lo cual, nos ayudará a vincular la palabra creación con la palabra salud. De esta manera, en español, las palabras crear y curar guardan una raíz latina común (Touson, 2002):
- Crear del latín “creare” significa: criar
- Curar del latín “curare” significa: cuidar
En hebreo, los términos estar sano y ser creativo, y, salud y creación, tienen la misma raíz (Touson, 2002):
- Barí: estar sano
- Boré: ser creativo
- Briut: salud
- Briá: creación.
- Beriá : Admite las dos acepciones: creación y salud.
Finalmente, diremos que el que crea algo es su autor, palabra que viene de “augere” que significa aumentar, ampliar (de la Gándara, 2008).
Entonces, ¿podríamos pensar que el autor que, durante el proceso creador puede crear algo nuevo, estaría ampliando su estado de salud?
Ahora bien, ¿Qué consideraciones existen sobre la creatividad? Dalley (1987) señala que “la creatividad es la capacidad de hacer que exista algo nuevo para la persona” (p.19). Y ¿qué sería esa nada de donde nacen las cosas creadas?
Podríamos decir que juntar símbolos sin sentido para que al final lo tengan, para que digan algo, signifiquen algo para alguien. Gracias a esto podemos entendernos, nos comunicamos, nos enriquecemos, hacemos arte, “arte-factamos” el mundo, la vida. (de la Gándara, 2008).
Para el psicoanálisis la creación de imágenes permite liberar del inconciente las imágenes reprimidas, utilizando los mecanismos de represión, proyección, identificación, sublimación y condensación, que son fundamentales en el método terapéutico. (Freud, 1900/ 2006). Para aclarar la importancia decisiva que tienen los procesos inconcientes, Freud (1914/2006) considera que la actividad creativa no es reflejo inmediato de una intención deliberada; gran parte de su impulso y significación queda oculto al creador individual y, muy posiblemente, también a los miembros de su comunidad. Asimismo, destaca la importancia de los factores sexuales que sostienen una vida creativa. Los individuos creativos se inclinan a sublimar gran parte de su energía libidinal en forma de ocupaciones tales como escribir, pintar, componer o descifrar enigmas científicos.
Freud (1908/2006) plantea el siguiente interrogante:
¿No podríamos decir que cada niño que juega se comporta como un escritor creativo, en cuanto que crea un mundo propio o mejor, reorganiza las cosas de ese mundo en un modo nuevo que le agrada? (...)El escritor creativo hace lo mismo que el niño que juega. Crea un mundo de fantasía que toma muy en serio – es decir, que reviste de gran cantidad de emoción, al tiempo que lo separa nítidamente de la realidad. (p. 127)
Para la psicología analítica de Jung (1964), la creatividad es una forma de búsqueda que expresa sentimientos internos, creencias y pensamientos. Admiten que la necesidad de otorgar a la experiencia una forma significativa es algo fundamental en los procesos artísticos.
Por su parte, Levi Moreno (1961, citado en Touson, 2002) asignó un papel preponderante a la creatividad en su enfoque terapéutico del psicodrama, y describió cuatro aspectos en el hecho creativo: la primera propiedad del acto creador es la espontaneidad, la segunda es la sensación de sorpresa, la tercera es su irrealidad, que se dirige a la alteración de la realidad dentro de la cual surge. La cuarta es que implica un actuar sui generis.
Lo creado es una forma expresiva para nuestra percepción. A través de los sentidos o la imaginación, expresa sentimientos humanos, entendiendo como tales a todo lo que puede sentirse desde la sensación física, el dolor, y el alivio, la excitación y el reposo, hasta las más complejas emociones, tensiones intelectuales. (Langer, 1966).
Bender (1952, citado en Hammer, 2008) señala que es posible que el individuo que desee crear, tenga que volver a la infancia, con todas sus luchas, anhelos e incertidumbres. Mediante el lenguaje simbólico las personas representan niveles relativamente primitivos de la personalidad. Por lo tanto, la autora considera que, los psicólogos disponemos de un material bruto a partir de los cual podríamos forjar un instrumento clínico.
Hammer (2008) afirma que “las producciones creadoras revelan las necesidades internas más directamente que cualquier otro tipo de actividad” (p.25).
Las imágenes pueden crear claridad de expresión, en especial con respecto a ciertas cosas que son difíciles de decir. Simbolizan sentimientos y experiencias. A través de imágenes se puede constituir un medio de expresión verbal, y al mismo tiempo, es capaz de hacer que tales sentimientos y experiencias se vuelvan menos amenazadoras. (Dalley, 1987).
En el acto creativo, el conflicto podría experimentarse, resolverse, e integrarse. El proceso práctico de crear algo entabla un diálogo con el propio ser. La conclusión de este diálogo puede considerarse como una formulación concreta ante el mundo. La obra, lo creado, tiene existencia concreta, no puede negarse, borrarse u olvidarse. Sobrevive a lo largo del tiempo y por lo tanto sirve como índice y elemento de comparación entre el pasado, presente y futuro. (Kramer 1958, citado en Dalley, 1987).
Investigaciones conductistas, como las realizadas por Skinner (1953, citado en Gardner, 2003), en relación a la creatividad, afirman que las personas que se dedican a una actividad creadora es a causa de una historia previa de recompensas o reforzamientos positivos.
Nos preguntamos: ¿Qué pasaría si las recompensas o reforzamientos positivos no existieron en un momento previo de la historia vital del paciente, y si durante el proceso arteterapéutico, donde se promueve la creatividad, el psicólogo, pudiera propiciar el tiempo para que estos reforzamientos positivos pudieran darse?
Amabile (1983, citada en Gardner, 2002) ha llamado la atención sobre la importancia de la motivación intrínseca, en relación a la creatividad. Ha demostrado que las soluciones creativas de problemas se dan más a menudo cuando los individuos se dedican a una actividad por puro placer que cuando lo hacen por eventuales recompensas exteriores. Y afirma que: “la ausencia de evaluación parece liberar la creatividad” (p. 44)
Csikszentmihalyi (1998) ha descrito “un estado de flujo” o “experiencia de flujo”, en la que los individuos se encuentran completamente dedicados al objeto de su atención y absorbidos por él, durante el proceso creador. En cierto sentido, los que están “en flujo” no son conscientes de la experiencia en ese momento, sin embargo, cuando reflexionan, sienten que han estado plenamente vivos, totalmente realizados y envueltos en una “experiencia cumbre”.
En contraposición a nuestro punto de vista, Gardner (2002) afirma que “Declaro que las actividades creativas solo son conocidas como tales cuando han sido aceptadas en un cultura concreta”. (p.53).
Si es la cultura la que acepta si algo es creativo o no, debemos, entonces, resaltar la marginación histórica que ha tenido el tratamiento de la locura. Y por lo tanto, la no aceptación del “arte de los locos”.
¿Cual sería la diferencia entre la creación de un cuadro, por ejemplo, y otras labores, como hacer un zapato? El cuadro se hace fijando pigmentos sobre un pedazo de lienzo, y lo que surge de ese proceso es una estructura de espacio. Ese espacio es un conjunto emergente de formas, de volúmenes visibles coloreados. Ni espacio ni forma estaban en el cuadro, por lo tanto, podríamos decir que el cuadro es una aparición. El lienzo o el papel existían antes, como así también, los pigmentos; sólo se los ha movido, se los ha combinado y distribuido para componer un nuevo objeto físico que el paciente llamará de alguna forma, “mi telita”, “pedazo de papel”, etc. La imagen que aparece es nueva, nunca existió antes, en ningún sitio, ni tampoco ninguna de sus partes. La ilusión de espacio es creada. Ese espacio organizado lo está mediante formas más o menos equilibradas, con relaciones dinámicas, tensiones y resoluciones entre ellas. El espacio pictórico es un espacio simbólico y su organización visual es un símbolo de sentimiento vital. (Langer, 1966).
Dos son las cualidades que queremos destacar del proceso creador. La primera que el paciente daría vida, existencia real a su obra. La segunda que para hacerlo va en búsqueda del pasado personal. Forster, en 1948, dice que: “Es en este pasado personal, estrato inconciente de la personalidad, donde el hombre, en su estado creador, hace bajar un recipiente y levanta algo que normalmente está más allá de su alcance”. (citado en Hammer, 2008, p. 26). La creación artística consiste en captar, en un momento y en un lugar determinados, esas categorías temporoespaciales que se expresan a través de un símbolo. (Loschi, 1979).
Fiorini (2006) considera que podemos pensar en un sistema denominado “psiquismo creador”. Sería un sistema que se activa y desarrolla en el tiempo mediante la puesta en marcha y resolución-culminación de procesos de orden creador. Considera que puede hablar de un sistema ya que los fenómenos de la creación investigados permiten identificar: Un objeto de los procesos creadores; dinámicas de campo creador (sincronía y diacronía de la creación); procesos de producción creadora; un sujeto de tales procesos; una tópica psíquica propia de los procesos creadores; una temporalidad especial instaurada por la creación; procesos de pensamiento activados en el trabajo creador (procesos terciarios de pensamiento); y, formas particulares de conflictos que se establecen en el interior del sistema.
Spiegelman (1956, citado en Hammer, 2008) informó acerca de un estudio sobre la hipótesis de que los psicólogos pueden deducir los rasgos de personalidad, a partir del esfuerzo creador de un individuo. Administró el Test de Rorschach a Sam Zebba (creador de la película Uirapuru); éste fue analizado por Bruno Klopfer quien interpretó el test “a ciegas”, o sea, sin más información acerca del autor de la película que el hecho de que el entrevistado era un adulto del sexo masculino. En su interpretación dedujo 25 afirmaciones verdaderas sobre la personalidad del cineasta, que fueron mezcladas con 25 afirmaciones falsas. Luego, se entregó las 50 afirmaciones a un grupo de psicólogos clínicos y legos. El grupo clínico seleccionó las afirmaciones que describían al entrevistado – sobre la base de haber visto la película cinematográfica – significativamente mejor que lo que se hubiera podido acercar por azar, y significativamente mejor que el grupo control.

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